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Por Analia Forti
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Dice el refrán, “el que juega por necesidad, pierde por obligación” y si algo de real tiene este dicho popular es que muestra el modo en que la “necesidad” acota nuestra libertad de elección. Cuando tenés una “necesidad” que se vuelve imperativa, la libertad para elegir disminuye condicionada a la imperancia de esa necesidad.
Algo similar sucede con la evaluación del pasaje a una nueva fase de la cuarentena, donde se asumiría un riesgo sanitario al flexibilizarla en pos de mejorar la situación de la economía, que constituye una necesidad urgente. “Quien juega por necesidad, pierde por obligación”.
Si bien la crisis económica es real y se impone como una necesidad, es preciso evaluar el costo sanitario que tendría flexibilizar las restricciones en una sociedad que no está educada en el ejercicio de la libertad con responsabilidad.
En otras sociedades, las autoridades “sugieren” a la población cierta conducta y la sociedad respeta la sugerencia y la toma. En Argentina, la autoridad gubernamental prohíbe una conducta y la sociedad viola la prohibición. ¿Es la sociedad argentina apta para hacer un ejercicio responsable de la libertad y no poner al país en un riesgo sanitario incontrolable?
Jugar por necesidad, puede llevar a perder obligadamente. En vigencia de un DNU que restringe la circulación, son constantes las detenciones por la violación a la norma. ¿Es posible pensar en aumentar las excepciones a la restricción en una sociedad que es incapaz de respetar las normas y de ejercer una libertad responsable en pos del bien común?
Sin dudas, la falta de apego social a las normas y la cultura de la transgresión, nos juegan en contra en el contexto de una pandemia. Es ahora cuando con toda evidencia se observa la problemática que implica la falta de ley en una sociedad. Esta cultura transgresora, obliga ante una emergencia sanitaria a establecer normas restrictivas que fijen sanciones para el caso de no ser respetadas.
Cuando se amplía el ámbito de libertad flexibilizando la cuarentena, se apela a la responsabilidad, al sentido común y a la conciencia social. ¿Podemos contar con esto por parte de la mayoría de la sociedad argentina? Si no es así y se flexibiliza la cuarentena en pos de la economía, jugaremos por esa necesidad y probablemente perdamos obligatoriamente.
Si fuéramos capaces de respetar las normas y las excepciones sin ser abusivos ni transgresores, teniendo plena conciencia que si nos colocamos a nosotros mismos en riesgo de contagio, ponemos en riesgo a toda la sociedad, entonces podríamos conciliar la salud y la economía.
Esa transformación social es responsabilidad de todos. Somos cada uno de nosotros los que elegimos si queremos ser una sociedad madura y responsable o una sociedad transgresora, incapaz de ejercer con responsabilidad su libertad. Si no elegimos transformarnos en una sociedad responsable, entonces perderemos siempre por obligación.